Es
muy común escuchar hablar de sentimientos y pensamientos, cuantas veces hemos
oído algo como “piensa con la cabeza y no con el corazón” o comentarios
parecidos, haciendo referencia a aquellas personas que se dejan llevar por sus
sentimientos o emociones para tomar decisión. Más allá de la metáfora de que es
el corazón quien rige nuestros sentimientos, la verdad es que es nuestro
cerebro el cual con un interesante y complejo sistema maneja el pensamiento y las
emociones.
Es
sólo cuestión de observar con detalle el poder que tienen las emociones sobre
el ser humano, que nos hacen tomar decisiones que muchas veces no caben dentro
de la lógica, pero desde el punto de vista sentimental completamente razonables,
por ejemplo: sólo una madre entiende que ningún sacrificio es demasiado por un
hijo en peligro. El amor es un sentimiento poderoso que hace recurrir a ese
tipo de acciones, no existe una persona que se salve de no amar a alguien:
hijos, padres, familiares, pareja, amigos, etc., en realidad no hay una persona
que este libre de emociones y de actuar bajo su efecto, como sabemos, es la
principal diferencia del ser humano con los animales, es que ellos actúan por
instinto y nosotros tenemos la posibilidad de razonar.
En
este caso Goleman se dedica a estudiar como funciona nuestro cerebro cuando
ocurren eventos promovidos por las emociones desde un punto científico, el cual
nos comprueba la relación que existe entre sentimientos – pensamiento y de cómo
estos conllevan a una acción. He aquí lo que el autor nos explica: “Todas las emociones son, en esencia,
impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que
nos ha dotado la evolución. La misma raíz etimológica de la palabra emoción
proviene del verbo latino movere (que significa «moverse») más el prefijo «e-», significando
algo así como «movimiento hacia» y sugiriendo, de ese modo, que en
toda emoción hay implícita una tendencia a la acción” De
manera que las emociones implican una acción y una decisión, cosa que no es
únicamente trabajo del intelecto, sino también de dichas emociones, que en
conjunto llevan al ser humano a actuar independientemente si está más motivado
por uno u otro.
¿Pero
cómo funciona este proceso en nuestra mente? Como he mencionado anteriormente,
el cerebro es un complejo sistema que maneja por diferentes vías todo este tipo
de actividades. A modo general, hay dos partes del cerebro que fundamentales en
este proceso, el llamado neocortex o cerebro pensante y la amígdala, la cual es una importante parte del cerebro que maneja
los sentimientos.
Uno
de los puntos más importante para resaltar en la investigación de Goleman es el
hecho que nuestros actos medidos por la emoción tiene una razón de ser
biológicamente comprobada, y que las emociones producen cambios dentro de
nuestro cuerpo que ayudan a llevar todos los procesos y cambios que atravesamos
en la vida. Es la amígdala la protagonista en esta historia ya que es la razón
de ser la llamada “inteligencia emocional”, ya que sin esta pequeña estructura
no encontraríamos la parte emocional de nuestras decisiones. El autor explica hipotéticamente y también con
ejemplos como sería el cerebro sin amígdala, de esta manera: “Aquellos animales a los que se les ha
seccionado o extirpado quirúrgicamente la amígdala carecen de sentimientos de
miedo y de rabia, renuncian a la necesidad de competir y de cooperar, pierden
toda sensación del lugar que ocupan dentro del orden social y su emoción se
halla embotada y ausente”. Con el ejemplo anterior podemos visualizar la
importancia del funcionamiento de la amígdala y su interelación con el
neocortex, constituyendo así la base de la llamada “Inteligencia emocional”.
En
conclusión, el estudio científico a fondo hecho por Goleman nos hace comprender
el porque de muchas acciones del ser humano, y de cómo una pequeña estructura
cerebral ha determinado la evolución del cerebro y la inteligencia del hombre a
través del tiempo.
Lic.
Samantha Suarez
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